El Síndrome de la Isla: Cosas que cambiarán en tu vida cuando te vengas a vivir a Malta (Parte II)

Bueno, pues nos habíamos quedado el otro día tratando el tema de esas cosas que cambiarán en tu vida cuando te vengas a vivir a Malta y saliendo del Lidl cargados como mulas dirección a la parada del autobús, así que… sigamos con la historia.

6.- Tu primer encuentro con el transporte público -> después de un rato digamos… indefinido (porque depende de tu suerte) esperando en la parada del bus, ahí aparece al fin a lo lejos y mientras te levantas, vas guardando el picnic que te habías preparado durante la espera con algunas de las cosas que te acabas de comprar. Te pones firme con tu maleta y tus dos bolsakas esperando a que llegue y… pasa de tu culo! Ahí quedas tú, todo puesto que parece que va a pasar el rey, mirando con ojillos de cordero degollao y un par de lagrimillas corriendo por tus mejillas, viendo cómo se aleja tu transporte de vuelta a casa. Aún en posición de firmes, ves que se acerca una señora maltesa y que al venir el siguiente bus (que por supuesto no te vale), levanta el brazo y para a su altura obediente como en tus sueños. Ahí aprendes la “leson güan”, sacarle el bracete al autobusero para que te pare.

7.- Conociendo al autobusero -> con la lección aprendida y aún con el medio cabreo que llevas, tienes claro que con todo tu cargamento no te haces andando la vuelta a casa ni de coña, así que persistes en tu propósito de coger el bus. Tras otro rato indefinido, que ya te parece que hasta naciste en esa marquesina, vuelve a aparecer el tuyo y esta vez sí que te para al verte mover los brazos como que estuvieses apagando un fuego. Se abre la puertecilla y ahí está ese autobusero que te mira de arriba a abajo con mala cara al verte con todo tu ajuar, listo para subir. Podría alargar el tema con lo de comprar el ticket del bus pero si quieres vivir feliz, fíate de mi y siempre que vayas a pagar el bus, asegúrate de llevar el dinero justo. Si te gusta el riesgo, prueba a darle a un autobusero maltés un billete de 10 pavos y ya si eres un Juan “Sin Miedo” dale uno de 50 €, mientras le explicas lo de que “el cliente siempre tiene la razón”. Total que subes y como vas cargado hasta las trancas y hay más gente en el bus, te quedas casi al lado del autobusero. A esto que de repente empieza a repetir una y otra vez algo que suena como “muuuufbak”, que parece una vaca acatarrada entrando en bucle (y no te extraña porque es invierno y lleva el aire acondicionado a tope). Tú miras patrás y ves al resto pelín acojonados, retrocediendo a pequeños pasitos, pero tú con todo el tinglao y a la pastilla que va el pirado este haciendo rally y berreando “muuuuufbak”, ni te canteas hasta llegar a tu parada. Te ha costado lo tuyo y el autobusero te dice de todo mientras bajas pero… enhorabuena, has llegado a tu destino!!!

8.- Los primeros días compartiendo piso -> cuando entraste en el piso, muy ordenado no estaba, pero al quinto día empiezas a darte cuenta de que antes de que tú entraras, tus compis de piso (al que no ves y a la que no entiendes), habían recogido un poco la casa antes de que llegases para poder alquilar la habitación. Pero eso sólo lo deben de hacer cuando se les va el inquilino, porque desde que entraste, nadie ha vuelto a fregar un plato. De todas formas, como eres el nuevo y te quieres ganar a tus compis, haces de chacha durante las dos primeras semanas, que hasta se te ocurre hacerles la comida un día, por eso de unir lazos, comentarles el tema de la limpieza y practicar un poco de inglés. Al que no ves, que se alimenta sólo de pasta y arroz porque no sabe cocinar, todo le va bien, pero a la que no entiendes dice que sólo come “macrobaiotic prodats, zankiu”, así que ni lo prueba y de todas formas te toca el fregoteo, porque al que no ves ya ha desaparecido después de comerse lo suyo y lo de la “macrobiótica”. Por lo demás son majos, aunque el tiempo que están en casa o están metidos en su cuarto o concentrados con el ordenador, pero como ya has pagado el mes…

9.- “De este finde no pasa!” -> al pasar de los días, te das cuenta de que estás en una isla con mucha fiesta pero tu vida social es más corta que el cuello de un muñeco de nieve, así que ahí te sale eso de que “de este finde no pasa!”. A estas alturas tus dos opciones son:
a) Juntarte con españoles -> no, no… que he venido a mejorar inglés. DESCARTADA!
b) Tus compis de piso -> por un lado, salir con la que no entiendes no te hace mucha gracia, porque sabes que la conversación va a ser más que limitada y tienes la mano loca ya de darle al Pictionary, y por otro, casi se tienen que alinear los astros para quedar con el que no ves, pero tú sigues con lo “de este finde no pasa!” y al final consigues salir con ellos. Resultado: al que no ves lo perdiste en la cuesta de Paceville antes de llegar al primer garito y a la que no entiendes, tras la segunda tabla de chupitos ya llevaba un pedo que parecía que se iba a desmontar como Mr. Potato. Al segundo “I go tu de toilet” no la volviste a ver y, a pesar de tu buena fe, te vuelves a casa pensando que tenías que haber elegido la a).

10.- Haciendo amig@s -> tras tu fracaso en la operación “de este finde no pasa”, te das cuenta de que en terreno desconocido, no te queda otra que dar un 200% de ti y te propones mejorar tu trato con los demás. Te muestras más agradable, más atento y tratas de dar pasitos para acercarte a tu grupo de interés: los compis no españoles de la academia.

Sí, aún te queda fuerza de voluntad y sigues en tus 13 de “no con españoles” (salvo que necesites preguntar algo en algún grupo de Facebook, que como no te ven… no cuenta). Total, que llegas a clase, echas un ojo y haces recuento: 2 japonesas, 2 italianos, 1 francesa, 1 libio y una pakistaní (los 2 españoles y la colombiana, no cuentan). Entre descanso y descanso, vas hablando con ellos y finalmente consigues organizar una quedada para cenar el sábado… a las 19:00??? Efectivamente, las japonesas son muy majas y os invitan a cenar a su casa, pero resulta que cenan a la hora de la merienda. De todas formas, a ti cualquier hora te va bien porque mayormente no tienes otra cosa que hacer.

Como va la cosa justa de presupuesto pero sabes que es de buena educación llevar algo como invitado, tú te llevas tus 3 mejores cartones de sangría “Siesta” del Lidl y ahí que te sientas a esa pedazo de mesa, que parece una reunión de las de hacer colecta pal Domund con todos sus colores. Después de cenar, la pakistaní no sale de marcha, las japonesas se pasan la noche tan pegadas la una a la otra que parecen siamesas y los italianos no ven nada más que la forma de meterle ficha a la francesa, así que ahí te quedas tú con tu libio que al menos parece empeñado en que no pagues una copa en toda la noche.

Haciendo la comparación con tu salida del finde anterior, la noche ha sido un éxito y Malta ya va pintando un poco mejor, pero acabas teniendo claro, que aunque vaya contra tu nueva religión, la semana que viene… te vas de fiesta con los españoles!

To be continued…

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